lucrecia y rigoberto

"me gustas tú, rigoberto
y tú y tú y tú
pero, por encima de toooodas
tus otras cosas
me gustan
tus orejas voladoras"
-eli guerra en track 5.

los cuadernos de don rigoberto es un libro que me gustó bastante. me impactó los ojos adolesentes que yo tenía y me facilitó la visualización y perversión a una edad interesante. semanas después de terminar el libro, en una primavera preparatoriana, mario vargas llosa fue la estrella de la cátedra alfonso reyes o algo así. me chuté su discurso y quedé cautivada. tuve que agregarlo a mi lista de viejitos super hot; se me hace tan guapo, que sufrí con él su anécdotica derrota en la política peruana.

en fin, compartía mis historias y jugaba a ser lucrecia con un muchachito que se espantaba siempre. lo amenazaba con que él era fonchito y él, con sus ojos entrecerrados, me decía que era una perversa. lo decía como si fuera una antivirtud, entonces no era cosa de reírse... pero como todas las lucrecias desatadas, como las salomés del mundo me reía cínicamente a carcajadas aunque por dentro quizá me hubiera dolido un poco no ser una señorita-de-antes sino amazona-de-hoy.

total, que después de la prepa nos vimos alguno 50 minutos en total y espaciados a través de los años. re-platicamos más desde hace poco que abandonó el continente y anoche soñé con él y más gente escolar. quizá esta vez él se relacione más con fonchito, el niño de la historia, el hijo de don rigoberto, puesto que la maestra de literatura se quebraba la cabeza con nosotros tratando de calcular cuál era la edad del muchachito... y en mi sueño, tuvimos como un millón de edades.

"he soñado contigo. bueno te soñé en tu ambiente que caduca hoy… pero yo en mi sueño no lo sabía. ya dije mucho esa palabra con eñe. soñar soñar soñar. está clausurada al menos por este párarfo. en fin, estaba recién llegada a barcelona y estaba soleado en sepia… sin embargo, las cosas se veían en una foto ochentera.

según esto había ido a barcelona a estudiar una maestría, pero como no me decidía, preferí enrolarme a una escuela primaria. era la chica más alta del salón. eso era chido, ahí me encontré con antiguos amiguis, crushes de la secundaria –que se pusieron bien feos a esta edad- y niñas con las que –en realidad- estuve en segundo de primaria, pero por diversas razones se cambiaron de colegio. también estabas tú. nos llevábamos bien chido y no repelabas.

un día, saliendo de la escuela nos fuimos en bola a la discoteca; es decir, donde venden discos de vinil. escuchamos unos cuantos éxitos de burbujas y nos lanzábamos corriendo por la calle. de repente era como invierno y traíamos nuestras chaquetas de una tela impermeable. reímos bastante. a veces la ciudad parecía ser el centro del d.f., cerquita del zócalo y otras veces, unas calles barcelonescas… y otras se me hizo que nos perdimos en los árboles de ciudad universitaria.

jugando a los países, nos alejamos bastante de la bola y nos quedamos viendo un rato. como si sólo nosotros compartiéramos el sabernos más grandes que todos esos niños. los subestimábamos pensando que no se darían cuenta. como sea, nos trataban como contemporáneos.

de repente se hizo de noche frente a una estatua de un hombre en un caballo. los niños se habían ido a sus casas y había mucha basura alrededor, como si se hubiera acabado de ir la tradicional feria que nunca vimos. volteé a mi alrededor y estábamos con unas señoras gordas, que no resolvieron nada.

quizá me di cuenta que la historia no iba a dar más de sí, decidí despertar."

en fin, qué bueno que sí alcancé a documentarlo porque se me está borrando poco a poco... se vuelve pañoso y se van desvaneciendo episodio por episodio, podría citar ejemplos, pero es de mala educación hablar de una multicitada película cuando se trata de un escrito de un metafóricamente multicitado libro.