"siempre sí" o cómo un pecado capital me hizo volver al bien

otra vez saludando esporádicamente. a veces quiero extrañar al verano, pero la neta ni ganas. fueron cosas lindas en su momento, pero el olor a café invade y avasalla todo pensamiento libre en estas épocas.

una vez más he aprendido a lidiar con el estrés, la locura laboral –debido a la temporada alta donde todos parecen necesitar levantamientos topográficos- y la rutina de la escuela. llevo como casi una semana entera sin hacer el truco de hacer como que voy al baño para tomar siestas de ocho minutos –tiempo que necesita una estudiante actriz para ir al baño y ponerse ropa de trabajo- y ya estoy al corriente con todas las tareas. a veces, al pensar en todo todo lo que tenía que hacer me daba la desesperación y gimoteaba como lo hacía de vez en vez (o sea, siempre) con el buen kluz y con el fashionista de armando.

ahora ya tengo todo el sueño de la noche veraniega shakespeariana editada y recortada con mis trazos escritos, ya hice la propuesta de la obra más difícil y encantadora de todos los tiempos utilizando un escenario italiano y pocos elementos. he descubierto que estoy demasiado habituada al estilo de teatro pobre… nunca se me vienen a la cabeza más de 20 elementos de utilería –contando con cucharas y tenedores- y no puedo prescindir de algún elemento brilloso. el reto de la propuesta para “la estación de nuestro amor” es no poner nada glitter. hasta el momento lo he logrado y, quizá la ocupe para mi examen de dirección en el verano 2007. me he ido enamorando poco a poco de esa pieza… no manches, hasta sacamos argumentos de peso y toda la cosa. normalmente, la primera vez que leo un texto teatral me quedo perpleja porque siento que no le entendí o que quizá es más o menos compleja de lo que a mí se me hace. a la segunda lectura ya puedo edificar el gran o mediano escenario, la música, las coreografías y así por el estilo… pero con “la estación…” el montaje mental fue desde la primera vez. incluso la escogí antes de leerla completa, tuve una gran corazonada y un gran presentimiento.

antier hice cosas horrorosas. comí bastante después de acostumbrar al organismo a hacer una o dos comidas al día. para colmo, me volé muchas clases para tomar una siesta que extrañaba –quería recordar cómo se sentía estar en la casa por la tarde- bañarme y ponerme una coronita de las princesas como pretexto del halloween que no celebro desde hace varios lustros. tomé solo media hora de la clase que más me choca y se me dificulta. cabe destacar que detesto la cátedra porque le entiendo poco y cuando llego a comprender, es hora de irnos a nuestras casas y cada clase es la monserga de volver a aprenderlo todo. sí, hablo de música iii.

lo raro es que me sentía súper culpable por haberme tomado toda la tarde para descubrir cosas que hubiera podido hacer con concentración adecuada. mientras esperaba a que fueran por mí (o sea, de la casa a la escuela; a mi última clase de la jornada) me di cuenta que mis tardes sin estar en esa escuela apestosa aprendiendo, ideando, leyendo, ensayando, vocalizando no tienen sentido.

sé que batallo mucho para hacer composiciones con pausas, cuartos y octavos.
sé que me falta más análisis para desmenuzar por completo la obra de “creator principium”.
sé que me sé mis diálogos shakespearianos, pero necesito ponerle intención al ensayo a la italiana.
sé que tengo el potencial, pero he sido perezosa para usarlo al 100%.
sé que a pesar de todo, haré un scrapbook estético y con contenido para mi super tema sociológico bridgetjonesco de la clase de psicología.

todo esto me vino a la mente mientras me ponía a ver la tele mientras esperaba al príncipe en su corcel. me dije “sí quiero”. me propuse seguir mis marchas forzadas, me hice a la idea de que no es tan malo cuando se hace lo que se quiere aunque se sacrifiquen horas de la siesta y, ultimadamente, me he bastado muy bien con las dormitaciones sabatinas y dominicales así como con el horario de verano. total, que llegué a la escuela y pude hacer el ejercicio de hacer una composición de cuartos y pausas… n´hombre, hasta pude empatar línea rítmica con melódica al primer intento.

creo que necesitaba una terapia de ultra pereza para darme cuenta de todo.

ahora no tengo que reaprender toda la clase de música.