memorias dieciseisañeras en cuerpo veinteañero

yadda yadda yadda...

viernes, mayo 28, 2010

hoy es 28 de mayo

Hoy es 28 de mayo y por casualidad me encontré días de estos vividos en pretéritos y en otras circunstancias.

Qué lejano me resulta ahora todo eso. Me puedo ver como en un espejo de sepia, pero no recuerdo los olores. Paso por la penúltima calle todos los días rumbo al trabajo, mientras oro y extraño a mi futurita.

A veces me pregunto si he visto el atardecer frente a un elefante por estas fechas en años pasados, pero quien sabe. Siempre me he distinguido por archivar recuerdos y fechas con detalles inútiles y específicos: como los elevadores y las corbatas, los dibujos y las mariposas, las llamadas y el vivir los 21 años a tope; lo raro es que me he vuelto miope ante los recuerdos que me dictaban las líneas. Lo que ya no me pregunto es si mi eco será escuchado alguna vez, porque sigo creyendo que no… si no lo hiciera no me hubiera atrevido a escribir mi alter-sentir. No hay tal eco, son sólo botellas emocionales tiradas al cibermar.

Qué irónico que un sátiro te aconseje sentar cabeza…

Más irónico fue no haberle hecho caso por un tiempo

Y sí, qué razón tenía después de todo





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jueves, mayo 27, 2010

celebrando la dependencia

En contraste con la tontería del bicentenario de la independencia, hoy recuerdo mi lustro de dependencia y de cómo la falta de regulación me ha hecho sentir que me he perdido de emociones en hechos clave de mi vida.

Antes cualquier cosa me emocionaba: un cuadro de klimt, el teatro de lo absurdo, dominar cualquier destreza que implicara automatización e ideales extraños que se me incrustaron en la mente cual piojo o garrapata… temía usar zapatos y volverme económicamente productiva. Ahora que me acuerdo, incluso apoyaba un poco al socialismo. Qué chistoso, ya ni me acordaba. Claro, por dentro tenía múltiples voces que me dictaban sin parar un montón de monólogos raros como este y tenía tan pocos afectos pero tantas decepciones, que mi corazón estaba acorazado. Poco a poco me fui deshaciendo de una cosa y de otra, llegó la milicia a mi vida y adopté el sano rigor hasta que me quedé vacía de todo. Fue como un desierto extraño donde aprendí y le tomé el gusto a la soledad.

Hasta que te conocí…

Tú siempre hueles a limpio y pareces la estampa de todo lo sano, lo bueno, lo alegre, lo amarillo aunque laico. Era un balance muy extraño de encontrar. Eras justo lo que había visualizado desde los 13 años, hasta el más mínimo detalle. Tus carencias eran tan grandes como tu corazón y tu poder animoso tan atractivo como el opio para un japonés adinerado. Dos seres carentes: una de sueños y realidades, pero el otro de realidades exteriores y disciplina. Y aún así nos aventamos en secreto. una aventura deliciosa con elementos de todo tipo de ideales de película, hasta con un posible final melancólico.

¿puedes creer en lo que se ha convertido?

Después de tantas cosas, tan vacía de todo mis huecos se siguieron llenando de un pensamiento lógico y práctico, una vida capitalista (burguesa, la llaman los jodidos) donde no hice mas que trabajar y aprender a defenderme jugando limpio, sin lastimar a las personas. La coraza se había hecho tan dura como el cochambre que deja una sartén de queso fundido que ha tomado años ir limpiando. Obtuve nuevos ojos y los riesgos eventuales se fueron minimizando. Mi nueva vista me hizo apreciar la primavera incluso más que el otoño, amar el sol en lugar de sólo despreciar el frío, las secretas y humanas intenciones de todas las personas... y así fue cómo empecé a ver milagros. Ahora veo más de uno al día y no dejo de maravillarme.

Cuando nació mi futurita, no sé si fue por la anestesia o por los factores de la automatización mezclados con milicia, pero no sentí lo que me imaginé que sentiría, no pensé en algo escribible y sentí vacío por fuera y llena por dentro. Pasaron los días y durante los primeros tres o cuatro fue algo así como una desolación porque era tan dependiente para todo. Conforme fui tomando el poder sobre la Tiki, me volví más diestra y el sol volvió a salir, literalmente. Durante esa cuarentena mi corazón se fue derritiendo no por ella sino por todo alrededor. La tribu a la que me afilié me enseñó más de sentido de pertenencia que nunca había sentido en mi vida; que no sólo somos tres contra el mundo, sino mínimo ocho; que Clint Eastwood sabe preparar biberones y que puedo volver a sentir lo que es tener un papá después de 13 años. Soy otra vez una niña que estrena una muñequita 24 horas… lo difícil ha sido regresar a la escuela.

Gracias a ti, ya no somos tu y yo

Sino todos nosotros

La transición a la realidad ha sido dura, tenemos nuestras batallas, pero al final del día arrullo mi cría y veo a les luthiers.Eso es lo que importa, todo esto me llena sobremanera.

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