burn yourself up
largas temporadas sin ser responsable de domesticaciones fraternales y ahora e
s que me doy cuenta que he creado un gran monstruo que eructa, grita, batea, copia, vocifera y se lleva de encuentro todo a su alrededor. por mi parte, me he vuelto una creadora perezosa, puesto que ahora me enfoco a volver a mis esencias y raíces.
vuelvo al teatro (como espectadora por lo pronto), aprendo a jugar wii, regreso a mi segura clandestinidad –donde las cosas más simples constituyen una aventura que disfruto sobremanera- y a veces pienso que el monstruo solitario soy yo y que sólo necesito un poco de espacio y justicia.
simplemente no estoy de humor para andar adiestrando cabroncitas. es mucha responsabilidad echarte pecados a cuestas cuando lo único que quieres es redimirte un poco y aprender de algún contemporáneo que te dé ideas (aprendiendo de los errores ajenos) de cómo desfacer entuertos, cómo distinguir molinos de gigantes o cómo hacer caminar a super mario galaxy.
siempre amenazo con hacer lo que mi alterego malvado me diga: rehacer viejos puentes de fuego tan sólo para anunciar coquetamente la fusión de los gigantes. incluso yo sé que las ampollas por quemaduras duelen, que chorrean agua salada y te humedecen los ojos. “no lo voy a hacer”, dije… pero a veces las creaciones piensan que te poseen y que pueden enredarte con sus hilos marionetescos para que caigas tan bajo como ella lo hace ahora. solo sé que estoy por encima de esto. he aprendido suficiente en estos cuatro años.
¿cómo le explicas a un bebé que las cosas no se hacen así? mis experiencias bebesiles las he superado en mutis y cuando lo hice en voz alta fui muy tajante y la herí un poco. supongo que del dolor se aprende. de todas formas pude fingir que no la cagó tan gacho y que no deseé haberle cortado los hilos y quemar todo lo que me une a ella.
si ella fui yo hace dos años,
romperla sería una gran lección para ella
y un gran tache en mi carné de misericordias.

vuelvo al teatro (como espectadora por lo pronto), aprendo a jugar wii, regreso a mi segura clandestinidad –donde las cosas más simples constituyen una aventura que disfruto sobremanera- y a veces pienso que el monstruo solitario soy yo y que sólo necesito un poco de espacio y justicia.
simplemente no estoy de humor para andar adiestrando cabroncitas. es mucha responsabilidad echarte pecados a cuestas cuando lo único que quieres es redimirte un poco y aprender de algún contemporáneo que te dé ideas (aprendiendo de los errores ajenos) de cómo desfacer entuertos, cómo distinguir molinos de gigantes o cómo hacer caminar a super mario galaxy.
siempre amenazo con hacer lo que mi alterego malvado me diga: rehacer viejos puentes de fuego tan sólo para anunciar coquetamente la fusión de los gigantes. incluso yo sé que las ampollas por quemaduras duelen, que chorrean agua salada y te humedecen los ojos. “no lo voy a hacer”, dije… pero a veces las creaciones piensan que te poseen y que pueden enredarte con sus hilos marionetescos para que caigas tan bajo como ella lo hace ahora. solo sé que estoy por encima de esto. he aprendido suficiente en estos cuatro años.
¿cómo le explicas a un bebé que las cosas no se hacen así? mis experiencias bebesiles las he superado en mutis y cuando lo hice en voz alta fui muy tajante y la herí un poco. supongo que del dolor se aprende. de todas formas pude fingir que no la cagó tan gacho y que no deseé haberle cortado los hilos y quemar todo lo que me une a ella.
si ella fui yo hace dos años,
romperla sería una gran lección para ella
y un gran tache en mi carné de misericordias.
me alejo antes de que me odies.
eres mi primera fan-non-fat.
Etiquetas: crónicas glamorosas, respirando gordo